Dos campesinos interrumpen el trabajo para rezar el Ángelus, oración en honor al misterio de la Encarnación.
La teoría de Salvador Dalí -en el Mito trágico de «El ángelus» de Millet, 1963- de que los personajes rezan ante su hijo muerto pareció confirmarse con una radiografía a El ángelus -Millet,1857-1859- donde se apreciaba una masa geométrica oscura a los pies de la mujer, que sería el ataúd a los pies de la madre: Probablemente Millet se dejaría convencer y amortajó al hijo muerto con una capa de pintura que representaba la tierra.
Domina el paisaje una imagen de Braindead de Peter Jackson,1992, una comedia gore considerada de las películas más sangrientas. La historia de un joven que hace todo lo que su madre le dice y que al ser mordida por un mono-rata de Sumatra, convirtiéndola en zombie, seguirá cuidándola, encerrando en el sótano a los zombies que ella infecte. En el climax, la madre devorante muta en monstruo colosal y atrapa al hijo en su vientre, éste lo corta y sale de él como en un alumbramiento. Según Julia Kristeva en Los poderes de la perversión, 1980, la idea que tiene el feto de las entrañas es: la de una abominación que lo liga a lo abyecto, a esa madre no introyectada sino incorporada como devorante, como intolerable.
Cancelada la tierra y des-ocultado el cadáver, se deja a los campesinos extraviados -la tierra y la muerte de su hijo era su territorio-. En la rebelión del ser contra lo que lo amenaza irrumpe el hijo con la fuerza brutal del parto. El hijo muta -Encarnación- en un monstruo gigantesco y voraz. Aquí la máquina de matar se abyecta en el cielo como un Sol naciente -abyecto/sagrado-.
Me interesaba evitar que el espectador quedara atrapado por la imagen del dibujo como objeto de contemplación y que en su lugar atravesara dispositivos del pensamiento que hicieran de la pieza un dispositivo más. Que los contenidos no explicaran la imagen sino que contuvieran piezas o referencias con estrategias de corte y empalme parecidas a las mías, para que por inercia pensaran así. Sobrio en la forma y críptico a manera de provocación.
Presenté esta pieza en una intervención en RECINTO Project-room, con el dibujo rodeado de 20 páginas de: El mito trágico de «El ángelus» de Millet, de Salvador Dalí; Los poderes de la perversión, de Julia Kristeva; y diálogos de Braindead: tu madre se ha comido a mi perro, de Peter Jackson.
El dibujo tenía la inclinación en que se colocan los libros al ser leídos. Mientras las páginas de texto colgaban verticalmente como imágenes en una galería. Busqué que los textos se invadieran -copularan- y se intervinieran entre ellos, como organismos flotando en el vacío. Que saltaran sobre el espectador en su camino al dibujo al que trataba de llegar. Me hicieron notar que realizaba una especie de historia de las reproducciones: con el dibujo simulando ser un grabado y las impresiones digitales ser libros impresos.