Si en mis tiempos hubiera existido Incandela habría seguido bailando.
Mónica Mayer (artista), sobre el proyecto Incandela
Ante la presentación de Incandela siento que bailar salsa ya no va a ser lo mismo. Va a quedar la connotación de análisis tan profundo que han hecho.
Agencia Romántica Analítica (ficción institucional), sobre proyecto Incandela
Esas micro-estrategias corporales de cambio de noción de espacio, etcétera, están produciendo formas de bailar que creo que cambian las energías de sus cuerpos. […] Al cambiar la noción del centro todo cambia. Incandela está con un centro adentro [de la rueda de casino], con un centro afuera y con una especie de centro móvil que está sucediendo entre cada uno de los cuerpos que está jugando. O sea entre cada pareja hay un nuevo centro operando que se va pasando entre ellos. Entonces hay una explosión de muchos centros que creo que es profundamente interesante, también pensando en la escucha como algo que se abre. Hay una descentralización de la atención, de la energía, una multiplicación de espacios de escucha que es creo muy poderosa. Una especie de pulpo multitentacular, una especie de espacio multicentro.
Nadia Lartigue (coreógrafa), sobre el proyecto Incandela
Decir más allá del recuerdo, encontrar una imagen-metáfora para hablar sobre la experiencia de vida compartida y hacer de una exhibición un espacio donde el dibujo trascienda su bidimensionalidad, fueron algunas de las preocupaciones para el desarrollo de este proyecto. Idea que se convirtió en una invitación al espectador para ser testigos y partícipes del encuentro íntimo con las obsesiones del artista a través de una selección y manipulación de imágenes fotográficas y dibujos. Aarón Jiménez decide escarbar sus propios recuerdos y encarnarlos en un espacio narrativo entre imagen, memoria y cuerpo. Nos entrega una línea de tiempo, su tiempo, un tiempo inventado, abierto e inacabado, que se despliega en el espacio mediante un intercambio entre lo extraño y lo familiar.
Mayra Rojo (curadora), sobre el proyecto Atlas
Fraguado en lo mejor y más depurado de la enseñanza académica, el talento de Aarón Jiménez alcanza y sobra para sortear el difícil reto que se ha impuesto a sí mismo de ser un creador desde la postproducción. Glosa tras glosa, Aarón nos conduce a territorios sicológicos inesperados, poco frecuentes en el arte, en los que la sorpresa se adelanta al gusto por haber llegado. El acontecimiento estético se consuma, finalmente, y nos complace terminar la experiencia en la zona mental que nos abrió.
Luis Rius Caso (curador), sobre el proyecto Negro Líquido
Aarón genera un diálogo en el que busca un replanteamiento de la lectura de las piezas para generar un pliegue en su discurso. Si bien, este pliegue se realiza en la percepción del espectador, es interesante ver, en la interpretación que realiza Aarón, la forma que toman las imágenes en una disciplina diferente que aporta otro reto conceptual. El dibujo, que es la herramienta que le ayuda a analizar, desmenuzar y contaminar una imagen con la intervención de otra, a su vez coloca las dos obras en la misma dimensión, sugiriendo una fricción de la cual hay un eterno diálogo entre dos piezas que al parecer no tienen nada que ver pero si mucho que comentar acerca de la fragilidad y la sutileza como modos de interpretación.
Dulce Chacón (artista), sobre la intervención Nobuyoshi Araky-Francis Alÿs
Aarón Jiménez es un extraordinario dibujante que lleva sus fantasías a parajes insospechados en los que combina con gran soltura glosas de obras destacadas.
Germaine Gomez Haro (crítica de arte), La Jornada. Sobre el proyecto Negro Líquido